Jaime Pérez, analista en desarrollo social y pobreza de la Fundación Jubileo, expresa que la clase media “parecería ser invisible para la ayuda social y para la asistencia. Inclusive, después de que pase la cuarentena, será una clase social más golpeada”.
En términos cuantitativos, se está esperando que, de acuerdo a un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se incremente la pobreza en casi 3% en el país y la extrema pobreza entre 2 y 3%, lo que evidentemente será un golpe mucho más fuerte para los sectores más vulnerables. “Sin embargo, también las clases medias van a retornar a la pobreza”, añade.
El investigador adelanta que, en el peor escenario, en 2019 el 32% de la población en el país era pobre y para el 2020 se espera que sea un 35,5%, es decir un 3,5% de bolivianos que dejarán el nivel socioeconómico medio para pasar a la franja de pobreza.
Si bien el Gobierno, a principios de la pandemia lanzó medidas paliativas y momentáneas, los expertos señalan que éstas más bien han sido de beneficio para los dos polos de la pirámide socioeconómica: Los niveles socioeconómicos bajos y altos.
De acuerdo a una investigación de los niveles socioeconómicos (NSE) de 2017 (3.347.098 hogares), realizada por CiesMori, con base en información del Instituto Nacional de Estadística (INE), en Bolivia el 1,5% de la población era del nivel A (con un ingreso mensual aproximado de Bs 19.917), el 3,7% al B (Bs 8.465), el 28,3% al C (Bs 4.187), el 28,9% al D (Bs 2.200) y el 37,6% al E (Bs 840).
“En Bolivia, nuestra distribución se parece a un triángulo, donde la base mayor se encuentra en los hogares de nivel E, en otros países es más similar a un pentágono”, explicó Marcelo Mercado, gerente general de CiesMori.
Las proyecciones de población por parte del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) para este año, estima que habrá 11.633.371 habitantes en el país, lo que, supondría que, con los datos brindados por Pérez, unos 400.000 bolivianos pasarán al rango socioeconómico bajo.
No hay vuelta
El golpe que se reflejará en la economía en Bolivia será con una contracción económica después de 35 años, por lo cual, el choque impactará en el aumento del desempleo, con repercusiones en la pobreza, la desigualdad, asaltos, robos, violencia y cantidad de muertes como los principales costos sociales.
“Estos choques son independientes de las políticas económicas consideradas, mismas que sólo intentan amortiguar la severidad de los impactos negativos. Son más de 170 países a escala mundial, que reflejarán crecimiento negativo (contracción) en sus economías, Bolivia no es la excepción”, explicó Roger Alejandro Banegas, investigador en Economía y Finanzas, además de director del Banco Central de Bolivia (BCB).
Y justamente temor a quedar sin empleo es lo que le aqueja a Milton. Esta situación se potencia con una enfermedad que lo aqueja desde hace algunos meses y el miedo se apodera de él cuando ve cómo se van mermando sus ahorros, porque aún no terminan de cancelar su salario de abril.
“Desde hace casi tres meses, durante las noches mientras duerme mi hijo, me rompo la cabeza pensando en el plan B, C y D. En cómo, si en caso de no tener un trabajo estable, le haré frente a la vida y a sus obligaciones”, reflexiona, porque si bien trabaja desde sus 15 años, asegura que no le escapa a los desafíos, pero ahora no está solo y hay alguien que depende de él.
Lo que se espera
La falta de educación y carencia de oportunidades se verán reflejadas en la disminución de la calidad de vida; especialmente en estratos con menores habilidades productivas y en el empleo juvenil.
La clase media es considerada la base del consumo, por tanto, la destrucción de ésta puede implicar, para Banegas, la afectación en el flujo productivo, lo cual derivará en la caída de ingresos permanentes.
Para el economista Luis Fernando García, el que más pierde en esto son los que más tienen, dependiendo del segmento de la sociedad donde se esté trabajando, el distanciamiento social y el miedo a la pandemia se traduce en una mayor disminución de la velocidad de circulación del dinero, por lo tanto, menos ingresos, menos venta y más posibilidades de agrandar la base de pobreza que tienen todos los países.
“Desempleo significa pobreza, significa comerse los ahorros y endeudarse, pero una cosa es ser pobre y otra cosa significa no tener para comer”, señala.
García ve que los bonos subvencionados por el Estado van a durar un determinado tiempo, porque después será imposible sostenerlos, entonces la sociedad va a tener que hacer frente a la necesidad de trabajar y de exponerse.
“Esto es una lotería, porque no sabemos a quién le toca en la pandemia, quién vive o quién muere. Con temor, una sociedad lo único que hace es recluirse y la reclusión lo que genera es otra vez en el circuito de la pobreza”.
Finalmente, Banegas señala que la extensión de la cuarentena es económicamente inviable e insostenible. Se deben implementar medidas de bioseguridad, fortalecer los sistemas de testeo, aislamiento en casos confirmados y cuidado personal, en los diversos sectores, empresas y a responsabilidad individual.
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Historias
A Ricardo quedar sin empleo le ha ocasionado estrés: es soltero, pero vive con su madre, por lo que su salario es el que mantiene su casa. “No estamos pagando luz y agua, pero en comida y conectividad (para el teletrabajo) se van los gastos. El problema es que uno se las traga solito”.
Rosa sostiene su hogar solo con su salario: la preocupación de quedar sin empleo se ha convertido en su mayor pesadilla. Rosa hoy es la única que mantiene su hogar porque su pareja se encuentra desempleada. “Pienso en qué otros oficios podría realizar, pero el futuro se ve incierto”.
Rodrigo aceptó su reducción de salario por su empleo: cuando comenzó la pandemia, en la empresa donde trabaja, les indicaron que reducirían su salario. “Acepté porque era eso o quedarme sin trabajo. Lo bueno es que nos dijeron que nos devolverán ese saldo a fin de año”.
Ximena busca opciones para emprender: dejó su trabajo para dedicarse a su hogar, ya que el salario de su esposo le daba esta opción. Ahora, con el temor de que quede desempleado, busca emprender en algo propio para paliar los gastos.